La formación en prevención de riesgos puede ser divertida

¿Os acordáis de Barrio Sésamo? Si eres de los que hiciste EGB como yo, seguro. Entretenía, formaba y educaba. Era fantástico aprender con juegos. Y es que cuando te diviertes aprendes sin darte cuenta. Esto es precisamente lo que la gamificación de la formación en el entorno laboral pretende, formar jugando. Y en materia de prevención de riesgos puede tener aplicaciones muy interesantes.

Cuando te entretienes, te implicas, te motivas, lo que ayuda a la retención de lo que aprendes durante el juego. Permite interiorizar lo aprendido. Si funciona en niños pequeños, ¿por qué no va a funcionar en los niños grandes?

La formación en prevención de riesgos no tiene por qué ser algo aburrido

Cuando formamos e informamos a los trabajadores sobre los riesgos y las medidas preventivas de su puesto de trabajo, ¿están motivados o acuden a la formación porque no tienen más remedio? De todo hay, es cierto. Pero por norma general no saltan de alegría.

El objetivo de la formación e información PRL es que el trabajador sea consciente de los riesgos a los que se expone en el desarrollo de sus tareas y sepa lo que tiene que hacer para minimizarlos. La meta es el trabajo seguro de todos.

El sueño de todo formador PRL: sensibilizar a los empleados sobre la importancia de adoptar una actitud preventiva en el desarrollo diario de sus tareas. Pero no siempre los trabajadores comparten nuestro entusiasmo por la PRL.

La gamificación (o ludificación) es una metodología interesante para los formadores en prevención de riesgos laborales, permite generar interés por los contenidos utilizando la mecánica de juego como aliciente.

El trabajador debe conocer las medidas de prevención de riesgos a adoptar en cada tarea

Dinámicas de gamificación

El juego debe enganchar a los participantes, todo juego debe ser divertido. Dentro de la metodología de la gamificación existen diferentes dinámicas lúdicas que nos ayudarán a conseguirlo, éstas son solo algunas de ellas:

  • A través de una competición
  • La consecución de un estatus
  • La búsqueda de una recompensa, como una yincana
  • La cooperación de un grupo con un objetivo común, como un juego de scape room.
  • La solidaridad como motor de un equipo para conseguir un objetivo común, sin buscar ninguna recompensa individual.

Especialmente interesantes para el formador PRL son estas dos últimas, la cooperación y la solidaridad. Son dos dinámicas, pero también dos valores muy deseables en cualquier trabajo en equipo. Y, como ya sabemos, la prevención es cosa de todos.

¿Qué podemos conseguir con la gamificación?

Con una mecánica lúdica generamos una imagen más positiva y moderna de la prevención de riesgos laborales. Lo que también contribuirá a la motivación de los trabajadores, tanto en la formación, como en su aplicación diaria.

Con alumnos motivados es más fácil “convencer” en las sesiones formativas e informativas PRL. Convencer como primer paso para interiorizar los contenidos preventivos, y después aplicarlos en su trabajo diario por sí mismos, sin que nadie tenga que ir detrás para que las aplique.

Si somos capaces de conseguir que los trabajadores tomen decisiones preventivas de forma natural en el desarrollo de sus quehaceres, y no por obligación, habremos conseguido crear una hábito preventivo.

Al generar hábitos preventivos tendremos centros de trabajo más seguros y una auténtica cultura preventiva en nuestra empresa.

Y si llegamos a estos objetivos estaremos más cerca de alcanzar nuestra principal meta: una empresa segura y saludable en todos los puestos de trabajo.

No digo que nos vistamos de Don Pimpón en las formaciones, pero sí podemos agudizar nuestra creatividad e ingenio para crear sesiones formativas basadas en la dinámica de juego que ayuden a nuestros alumnos a interiorizar los contenidos preventivos. El esfuerzo merece la pena.

Imagen de Yerson Retamal en Pixabay